MI segundo encuentro: Caracas

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De nuevo aquí, mi mente me obliga a escribir. Tal cual una campaña mediática de mis neuronas y con signos de exclamación, la frase no deja de repetirse, ¡Escribe, escribe, escribe!

Es mentira que escribiré lo que la hoja blanca pretende. Tengo que salir de mi zona de confort para almacenar el sentido de las palabras.

En esta ocasión no fue más que, otra cosa que un viaje, repentino, agotador, reflexivo, alegre y con muchas interrogantes.

Viajar a Caracas fue la oportunidad para continuar cerrando ciclos y la oportunidad para conocerme en la distancia, en la soledad de caminar y andar. Fue agotador, la partida hacia la ciudad capital no fue nada grata, nada mejor que viajar  (en este contexto social venezolano)  en avión.  La cita era a las 7 y 20 minutos de la noche,  no obstante previo a una llamada durante la tarde mientras tomaba mi siesta, me informaban que “debido a problemas técnicos con el autobús” la partida sería a las 9:00pm.

En mi asiento favorito junto a la ventana, transcurrieron 12 horas hasta llegar a la capital. Tal cual programa de ejercicios, me dispuse a cumplir con el cronograma de visitas y citas pendientes: estación “Colegios de Ingenieros”, “Sabana Grande”, Torre City Market, “Chacao”, “Altamira”, Centro Kabbalah, entre otros… Agotador para ser el primer día, sin descanso luego de mi llegada en un autobús que dista mucho en ofrecer comodidad.

Entre tanto, la visita  reflejó en mi la teoría que tanto rezaba, ¡No me gusta Caracas!, pero a quién miento realmente quien no puede quedar enamorado con esa majestuosidad de montaña, llamada Parque El Ávila o  Waraira Repano.

Tenía ganas de más, de visitar más lugares, pero la realidad era que debía volver al vasto cielo y caluroso occidente zuliano. Al pasar por calles y avenidas, escuchaba historias, observaba matices y rostros,  de culturas y etnias que sólo Caracas tiene.

En el metro, escuchaba como dos personas discutían de un proyecto, para la rehabilitación de una cancha comunitaria en algún punto del Distrito Capital, mencionaban las vicisitudes, requisitos, metodologías por aplicar y el entusiasmo, siendo este último la energía vital de ambos. Grato por escucharlos y reflexionando al respecto, deduje que pese a todos los conflictos las personas y sociedad en común siguen avanzando por una mejor vida, y eso también existe en una ciudad convulsionada como Caracas.

También hay otra cara de muchas cosas y que pocos miran. La gente en estado de abandono, la limosna aquella que siempre es objeto de duda y compasión, pero a su vez de reflexión. De igual manera las miradas de los que yo catalogo “vampiros de día”, que te siguen sin importar tu destino, para ello aplique el buen uso de la estrategia del engaño y así evitar algún robo.

La Casa Rómulo Gallegos, no tenía expectativas iba con una sola una intención la tienda del cine, resultado: cerrada. Al igual que muchas cosas en este país han cerrado, las opciones de cultura van a esa dirección.

En lo personal, Caracas me dejo el mismo “sabor” de volver, quedarme y explorar las oportunidades que si bien pueden ser acordes o no, sólo lo sabré sino lo intento, pero el tiempo dirá si tengo razón. 

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